Nos encontramos en un punto de inflexión. Lo que comenzó con la sorpresa ante la llegada de ChatGPT hace dos años, hoy se convierte en la certeza de que la inteligencia artificial pronto saturará nuestras vidas. Mientras algunos esperan con impaciencia avances médicos y mayor productividad, otros temen la pérdida de cualidades humanas únicas, como la creatividad.
En su libro París era una fiesta, Ernest Hemingway describe cómo solía visitar el Museo de Luxemburgo después de escribir. Allí, pasaba horas observando las obras de Cézanne, Manet y Monet. Al mirar los trazos y colores del pintor, Hemingway encontró una manera de profundizar su estilo narrativo: “Aprendía mucho de él, pero no era lo suficientemente articulado como para explicárselo a alguien”.
Este episodio revela la importancia de la paciencia y la inspiración no convencional en el proceso creativo. Hemingway no optó por el camino más directo—tomar inspiración de otro escritor—sino que exploró nuevas formas, permitiendo que sus ideas emergieran de algo tan distante como una pintura.
Por otro lado, los modelos de lenguaje como ChatGPT y Google Gemini generan contenido optimizado al predecir la palabra más estadísticamente probable. Aunque rápidos y funcionales, tienden a producir resultados convencionales y a menudo repetitivos.
La eficiencia, sin embargo, no siempre fomenta la creatividad. La innovación requiere tiempo, dudas y hasta distracciones. Hemingway entendió esto al dedicar días enteros a observar los cuadros de Cézanne: sus pinceladas repetitivas, la aparición gradual de montañas desde planos de color, la frescura constante de los mismos sujetos. Lo que parecía ineficiente era, en realidad, el camino hacia algo nuevo.
Hoy, los avances en inteligencia artificial multimodal y modelos como chain-of-thought (CoT), que buscan un razonamiento más humano, sugieren que la creatividad computacional aún puede evolucionar. Sin embargo, la verdadera creatividad humana radica en aceptar lo inesperado, perderse en el proceso y permitir que las ideas maduren con paciencia.
La eficiencia puede ser útil, pero no es el motor de la originalidad. Si sacrificamos rasgos como la curiosidad y la imaginación por procesos optimizados, corremos el riesgo de perder lo que nos hace humanos.
Este es el resumen de un artículo de opinión originalmente publicado en Forbes.