En un mundo laboral saturado de términos como agilidad, resiliencia y digitalización, la creatividad emerge como la habilidad menos comprendida y más subestimada. Tim Mueller, en su artículo Creativity: The 21st Century Leadership Skill We All Need, desglosa cómo la creatividad es una herramienta esencial para navegar un entorno profesional complejo, impulsado por la tecnología y el cambio constante.
La creatividad ha sido históricamente encasillada en las artes. Pensamos en músicos, pintores y actores como sus máximos exponentes, ignorando su presencia cotidiana en profesiones comunes. Sin embargo, Mueller destaca que todos practicamos creatividad sin notarlo: cuando buscamos rutas alternativas, rediseñamos nuestros espacios de trabajo o adaptamos nuestro currículum para nuevas oportunidades.
Entonces, ¿qué es la creatividad? Es un proceso que combina curiosidad, entendimiento, valentía y experimentación. Comienza cuando algo despierta nuestra curiosidad y dedicamos tiempo a comprenderlo. El siguiente paso es desafiar el status quo, cuestionar lo existente y buscar soluciones innovadoras. Finalmente, la creatividad florece cuando aplicamos nuestras ideas de forma práctica, resolviendo problemas o generando alternativas valiosas.
Mueller subraya la diferencia entre actividades creativas y resultados creativos. No basta con sesiones de lluvia de ideas; la verdadera creatividad transforma industrias, como ocurre en la gastronomía o la tecnología. Tomemos el ejemplo de chefs de alta cocina: perfeccionan técnicas existentes para crear platos únicos que reinventan la experiencia culinaria. Lo mismo ocurre en entornos corporativos donde el pensamiento no lineal resuelve desafíos complejos y acelera la innovación.
A pesar de su valor, la creatividad no está distribuida equitativamente en las organizaciones. Áreas como el diseño y marketing suelen ser más receptivas, mientras que otras aún luchan por adoptar enfoques creativos. Las empresas que logran combinar creatividad con toma de decisiones efectiva pueden desbloquear su potencial innovador y adaptarse a mercados volátiles.
La creatividad, lejos de ser un talento innato o elusivo, es una habilidad que puede aprenderse y cultivarse. En un mundo donde la tecnología se encarga de tareas predecibles, la capacidad de pensar diferente será la ventaja competitiva más relevante.